¿Que hizo Pancha Hernàndez?
Una
mujer puntana brilló como soldado en la gesta sanmartiniana: la
Pancha Hernández. El General Gerónimo Espejo da insustituibles
noticias de ella en su legado de “Datos histórico-biográficos de
Pringles”. Juan W. Gez ha trazado una poética semblanza de La
Pancha en su libro “La Tradición Puntana”; al Dr. Nicolás Jofré
le inspiró un romance. María Teresa Villafañe Casal dice: “Debemos
considerarla una heroína americana”. El General Espejo, que
conoció muy bien a La Pancha, escribió: “La Pancha, joven
argentina, natural de San Luis, cuyo apelativo de familia no
recordamos, no había cumplido aún el segundo decenio de su edad,
cuando contrajo matrimonio con el sargento Hernández. Con motivo de
la sublevación del Nº 1 de Cazadores en San Luis, en 1820, marchó
a Chile con el regimiento, acompañando a su marido, y algunos meses
después en la expedición libertadora del Perú. Fue una de las
cuatro mujeres a quienes el General San Martín concedió licencia
para que acompañaran a sus maridos en la campaña, perteneciendo el
sargento Hernández a una de las compañías del escuadrón de
Granaderos con que el comandante don Juan Lavalle operó en la
campaña del Ecuador, en 1822”. “La Pancha se halló en la
batalla de Pichincha armada de sable y pistolas, y en la carga que
dio el escuadrón salvó la vida de su marido, dando muerte a su
contendor. Por esta acción meritoria, Lavalle le concedió el empleo
de sargento de la misma compañía, donde pasaba revista y recibía
su sueldo. Al regreso de Quito a Perú tuvo parte en las infortunadas
acciones de Torata y Moquegua”. “Ocurrieron estos sangrientos
reveces en 1823. Fue muy difícil organizar la resistencia para
contener a los fugitivos, con saña perseguidos. Se le dio el mando
al comandante don Juan Lavalle, contándose entre las filas a
Pringles y al sargento distinguido don Dionisio Hernández, natural
de San Luis, que llevaba a su lado a su esposa la Pancha…” dice
también Espejo. Hernández es otra vez gravemente herido y su esposa
le salva la vida. Los dos continuaron fieles a los ideales
sanmartinianos. Después de tomar parte en las batallas de Junín y
Ayacucho regresaron a la patria “con los restos del Regimiento de
Granaderos que el coronel Bogado presentó en Buenos Aires en febrero
de 1826”. Esta ejemplar patriota, movida por el amor, es una de
nuestras glorias de la historia de la Independencia americana.
